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martes, 26 de enero de 2016

CUENCA MINERA DE THARSIS- LA ZARZA


La Cuenca Minera de Tharsis- La Zarza, es uno de los principales referentes para conocer la evolución de la actividad minera en Andalucía.
La nueva zona protegida, con una superficie de 1.321,5 hectáreas, se reparte entre los municipios de Almonaster la Real, Alosno, Calañas, El Cerro de Andévalo, Gibraleón, San Bartolomé de la Torre, Villanueva de los Castillejos y Villanueva de las Cruces. El conjunto reúne bienes arqueológicos, arquitectónicos e industriales que ponen de manifiesto la huella de la minería en la comarca del Andévalo desde la antigüedad prerromana hasta su explotación en los siglos XIX y XX por compañías francesas, británicas y españolas.
La Cuenca Minera de Tharsis es el tercer Bien de Interés Cultural que se inscribe con la tipología de Zona Patrimonial, tras el paraje de Otíñar (Jaén) y el enclave minero onubense de Riotinto-Nerva. Esta figura de protección recogida en la Ley 14/2007 de Patrimonio Histórico de Andalucía tiene como fin preservar aquellos territorios y emplazamientos que integran bienes diversos y de diferentes épocas, además de ofrecer posibilidades de uso y disfrute para la ciudadanía.
La Zona Patrimonial declarada se distribuye en tres sectores: el complejo minero de Tharsis, con 841 hectáreas de extensión; el de La Zarza, con 401 hectáreas, y el antiguo ferrocarril que permitía la exportación del material (79,5 hectáreas). En los dos enclaves mineros se incluyen tanto restos arqueológicos como el legado industrial y arquitectónico vinculado a la actividad.
Entre los yacimientos, que atestiguan el temprano desarrollo de la actividad minera y metalúrgica en la comarca del Andévalo, destacan el prerromano de Pico del Oro y los romanos de Los Silillos, La Esperanza, Filón Sur, Huerta Grande y Camino de la Herrería (todos ellos escoriales); Filón Sur, Corta de Los Silos y Las Mesas (labores); La Sabina, La Algaida y Los Cepos (galerías), y Pueblo Nuevo, Barrio Modelo y La Peregrina (restos de hábitats).
Por su parte, las zonas de explotación minera de época contemporánea presentan diferentes formas de aprovechamiento que van desde la extracción a cielo abierto, representada en las cortas, hasta la subterránea identificada en pozos y galerías.
En la zona de Tharsis se protegen las cortas Sierra Bullones, Filón Centro, Filón Sur y Esperanza, con sus instalaciones mineras y otros elementos como los canaleos, la denominada Chimenea Gorda, la planta de tratamiento de oro y plata y los embalses Grande y Pino. A 3,5 kilómetros al noroeste de Tharsis, se incluye también la Mina de Lagunazo, donde destaca la corta del mismo nombre, el antiguo poblado del Alosnito, la zona de calcinaciones, los canaleos, el embalse y el depósito de agua.
En el enclave de La Zarza, la zona de explotación minera se circunscribe a la Corta de Los Silos, el Pozo Algaida y la Mina de Perrunal. Entre las instalaciones de la primera sobresalen el malacate del Pozo Número 4 y la planta de decantación de lodos. La segunda alberga un malacate, un embalse de canaleos, una planta de decantación de lodos y un polvorín, además del embalse Puerto León. De la Mina de Perrunal, que estuvo activa entre 1853 y 1969, se conservan el cargadero y la trituradora de mineral, la estación eléctrica, los dispositivos de almacenamiento de agua, la planta de decantación de lodos y algunos talleres en estado de ruina.
Poblados mineros
Asociados a todos estos enclaves, la Zona Patrimonial incluye los núcleos de población de Tharsis, Pueblo Nuevo y Lagunazo(entidades locales menores pertenecientes al municipio de Alosno) y La Zarza y Perrunal (dependientes de Calañas). Todos estos asentamientos fueron construidos por las compañías francesas e inglesas de forma rápida y sin planificación urbanística global. Las barriadas se levantaban conforme a las necesidades de mano de obra, sin solución de continuidad entre sí, y tan sólo el poblado de Lagunazo presenta una ordenación clara.
Los poblados mineros reflejan tanto la transposición literal de la pirámide social a su urbanismo como la adecuación a la orografía del territorio. La clase directiva se asienta en las cotas más altas y en las casas más grandes, y en el caso de Pueblo Nuevo aparece incluso segregada del resto del pueblo. La adaptación al terreno, que busca economizar al máximo la construcción, tiene algunas excepciones en intentos de ordenación como los del barrio semicircular de Tharsis.
Ferrocarril y maquinaria
Finalmente, el tercer sector de la Zona Patrimonial está integrado por 79,5 hectáreas correspondientes a los 104 kilómetros de líneas del antiguo ferrocarril que enlazaba los dos complejos mineros de Tharsis y La Zarza con el muelle embarcadero del Odiel en Huelva. Organizadas a partir de una vía principal y diferentes ramales conectados con las cortas y pozos, estas líneas están jalonadas por construcciones como cargaderos, estaciones, puentes y edificaciones de mantenimiento.
Además de los yacimientos arqueológicos y de todo este legado arquitectónico y minero-industrial, el decreto de inscripción de la Zona Patrimonial protege también un amplio conjunto de bienes muebles vinculado a ella, en su mayor parte integrado por maquinaria minera y ferroviaria, así como por los fondos documentales del Archivo Histórico Minero de Tharsis y el mobiliario de la biblioteca del casino minero de La Zarza. Entre otros elementos singulares, se incluyen antiguas locomotoras de vapor, vagones, motores, bombas hidráulicas, surtidores de combustible, excavadoras y máquinas de elevación.




lunes, 25 de enero de 2016

DOLMEN DE SOTO TRIGUEROS


Se trata de un túmulo artificial de 75 metros de diámetro que cubre el dolmen. Dicho túmulo se levanta sobre unos terrenos llanos, por lo que resulta perfectamente reconocible.
El Dolmen de Soto pertenece al tipo denominado "de galería o largo corredor", y con sus 20,90 metros de longitud constituye el más largo de los dólmenes de Huelva. Su entrada se orienta hacia el Este y tiene sólo 1,45 metros de altura, aunque la altura interior va aumentando progresivamente. Su anchura varía desde los 0,82 metros de la antigua puerta a los 3,10 metros de la cámara; el suelo es perfectamente llano, excepto en el acceso, dónde presenta una ligera inclinación hacia el interior.
Tanto las paredes como la cubierta del dolmen están hechas de grandes ortostatos de granito, la mayoría, caliza dura, arenisca, pizarra, e incluso conglomerado fosilífero, con unas dimensiones que oscilan entre los 3,25 - 4,25 metros de longitud, y los 1,25 - 3,10 metros de anchura, y tienen un grosor aproximado de 0,55 metros.
A los 4 metros de la entrada, el corredor se estrecha mediante dos ortostatos que hacen las veces de puerta de acceso a la cámara funeraria, que se localiza a 14 metros de la entrada; tiene más de 3 metros de anchura y casi 3,50 metros de altura. Detrás del mencionado estrechamiento, hay un bloque de 1,80 metros de altura que actúa como pilar de sustentación de una de las losas de la cubierta, probablemente rota en el momento de ser colocada.
En varios de los ortostatos hay numerosos y variados grabados que constituyen uno de los repertorios más importantes de la Península Ibérica. Entre los motivos representados hay simples líneas, "cazoletas" y otros signos de difícil interpretación, además de puñales, un ídolo, y figuras antropomorfas, entre ellas dos consideradas por Obermaier como madre e hija, ya que la menor aparece bajo el brazo de la mayor. Bajo este ortostato se hallaron los cadáveres de una mujer y de un niño. Aunque la mayoría de los grabados se distribuyen por ambas paredes del corredor y de la cámara, uno de ellos se localiza en una de las losas que cubren la entrada de la cámara.
En el interior del dolmen, que no había sido violentado, se hallaron ocho cadáveres, en cuclillas y apoyados en los ortostatos con grabados. El ajuar funerario, bastante escaso, se compone de objetos líticos como hachas pulimentadas y cuchillos de sílex, así como de vasijas de barro hechas a mano, un brazalete cónico de hueso, algunos fósiles marinos y varias cuentas de collar.
A unos 250 metros del dolmen descrito halló Obermaier los restos, muy destruidos, de un segundo dolmen, de los que aún pudo extraer algunos datos constructivos. Según este autor, el corredor tendría unos 8 metros de largo por 1,40 metros de anchura, y la cámara funeraria unos 6 metros de largo por 2,50 metros de anchura por término medio. También esta sepultura fue excavada por Armando Soto, quien localizó los restos óseos de entre 18 y 20 individuos, la mayoría de los cuales estarían en cuclillas y apoyados contra las paredes, como en el dolmen vecino, pero otros estaban en posición de decúbito supino y orientados verticalmente con respecto al eje del sepulcro colectivo. Los esqueletos estaban recubiertos por una capa de tierra dura mezclada con grandes guijarros.
Del ajuar del dolmen, muy similar al vecino, se recuperaron sólo algunas piezas, entre las que se cuentan varias piezas líticas, una hoja de puñal de cobre, dos fragmentos de punzones de marfil,... y algunos fragmentos de cerámicas a mano. Destaca también un grabado de motivo atípico que apareció en uno de los ortostatos, que fue publicado por Obermaier.
El carácter funerario de la zona del Zancarrón debía ser conocido desde antiguo, como prueba un acta capitular de Trigueros, con fecha del 8 de Enero de 1823, donde al referirse a una demarcación de tierras, se dice que en el Cabecillo del Zancarrón estaba enterrado Mohamad Ben Muza, a quien se le atribuía la creación de la primera obra algebraica, publicada en el siglo VIII.
Su descubrimiento se debe al propietario de los terrenos, Armando de Soto, quien lo halló de forma accidental al abrir una zanja para la cimentación de una casa en 1823. Tras su descubrimiento, el Sr. Soto procedió a su excavación, y a ese momento se debe la pérdida de datos de gran importancia para su datación, y las primeras obras de restauración de la cubierta, que había sido parcialmente destruida en el transcurso de las obras.
En 1824 Obermaier publica un libro en el que recoge todos los pormenores de la excavación y las características del dolmen. Desde entonces no se han vuelto a practicar excavaciones, aunque si se han realizado varios estudios sobre el sepulcro y sobre los grabados de su interior.
En 1931 fue declarado Monumento Nacional, aunque las primeras actuaciones encaminadas a su conservación no llegarían hasta 1957, cuando la Dirección General de Bellas Artes realizó una primera actuación puntual en la entrada del dolmen.
Entre 1981 y 1985, el arquitecto Ismael Guarnier y el arqueólogo Fernando Piñón redactaron un proyecto de excavación y restauración del que sólo llegaron a realizarse algunas de las obras propuestas como medidas de consolidación.
En 1986 se procedió al levantamiento de un ortostato caído, y en 1987 la Junta de Andalucía adquirió los terrenos. Finalmente, en 1990 se realizó un proyecto de consolidación que dirigieron los arquitectos Guillermo Duclós Bautista y Juan Manuel Real Molina.
El Dolmen de Soto, coetáneo de los grabados, fue fechado por Obermaier en el periodo Calcolítico, entre el 3.000 y el 2.500 a. C. Su datación es difícil de establecer por la escasez de su ajuar, posiblemente desaparecidos en el momento de su descubrimiento y excavados por el propietario de los terrenos.
La construcción del domen es reflejo de una sociedad bien organizada política y económicamente, ya que hubo de existir una gran infraestructura para transportar los ortostatos desde puntos tan lejanos como Escacena, a 37 kilómetros, de donde se trajo el granito; Lucena, a 10 kilómetros, de donde se trajo la arenisca; o Niebla, a 6 kilómetros, de donde procede la caliza.
El dolmen vecino, aunque coetáneo, debió construirse con anterioridad al denominado "de Soto", según dedujo Obermaier de sus menores dimensiones y de su mayor número de enterramientos. La aglomeración de esqueletos sería causante de la construcción del Dolmen de Soto, de dimensiones mucho mayores. La escasez de enterramientos en él podría relacionarse con el abandono definitivo del lugar como necrópolis.



DOLMEN DEL ROMERAL ANTEQUERA


Tipologías   P.Históricos/Etnias
Tholoi    Edad del cobre
Descubierto en 1905, en el Dolmen del Romeral hay dos espléndidos ejemplos de cámaras realizadas con el recurso de la falsa cúpula.
Exteriormente, el túmulo no parece diferir de los otros. No obstante, en su construcción se empleó la mampostería como elemento principal de paredes y bóvedas (las lajas de piedra se reservaron sólo para las cubiertas y puertas). Su planta y distribución interior también ofrecen peculiaridades. Así, un largo corredor de 26 metros configurado por dos largos testeros con un manifiesto vuelo o inclinación, da acceso a través de una puerta muy elaborada, a una gran cámara funeraria. Se trata, sin duda, de uno de los mejores ejemplos de empleo de la técnica de falsa cúpula en la Prehistoria de la Península Ibérica.
La planta de la cámara es circular, con un diámetro en la base de 5,20 metros, mientras que el vano superior, cerrado por una laja de piedra, es mucho menor, con tan sólo 2,20 metros de diámetro máximo. Esto supone que el vuelo de las paredes curvadas presenta una desviación con respecto a la vertical, aproximadamente de 1,5 metros. Mientras que la altura total de la cámara ronda los 4 metros.
Desviado unos 10 grados con respecto al eje longitudinal del sepulcro, desde la gran cámara se abre un pequeño corredor o pasillo, de construcción similar a la del gran corredor, que da acceso a una segunda cámara. Ésta, aunque está también construida con la misma técnica de aproximación de hiladas, es considerablemente más pequeña que la anterior. Tiene tan sólo 2,34 metros de diámetro y su altura máxima es de 2,40 metros. Por tanto, el vuelo que se observa en las paredes será de unos 70 centímetros (la mitad del que se apreciaba en la gran cámara). Llama la atención que el suelo de esta cámara esté ocupado, casi en su mitad, por una gran losa de caliza de 20 centímetros de espesor, que frontalmente parece fracturada y, en su fondo, se encaja en la pared. Todo el sepulcro se encuentra incluido en un túmulo artificial, a base de capas de barro y lajas de piedra, de forma aproximadamente circular, con 85 metros de diámetro y una altura máxima de 10 metros.




viernes, 22 de enero de 2016

EXVOTOS DE BRONCE

Cultura ibérica, siglos IV-III a.C. Tienen una longitud de entre 3 y 6 cm.
Esta colección de exvotos de bronce, procedentes de los santuarios ibéricos de Collado de los Jardines y Castellar de Santisteban, son representaciones humanas de forma esquemática, tanto masculinas como femeninas. Si bien en algunas de ellas se puede diferenciar el sexo o elementos de la indumentaria, en otros se llega al extremo de parecer un simple clavo. No se conoce bien el sentido de estos exvotos, pueden ser un ruego a los dioses o un acto de agradecimiento, aunque en todos los casos son testimonio de una religiosidad popular.

                             

Los íberos expresaban su religiosidad a través de exvotos en forma de pequeñas figuras elaboradas en piedra, bronce o terracota, unos elementos de “arte popular” que fueron considerados en un primer momento como representaciones de dioses. En cuanto a los exvotos metálicos, son piezas macizas realizadas mediante la técnica de la “cera perdida”, de un tamaño no superior a los 18 cm de altura, con algunas excepciones. Generalmente son imágenes estilizadas de oferentes masculinos y femeninos en actitud de plegaria, con algún rasgo exagerado (manos, ojos, órganos sexuales) y portando alguna ofrenda (un panecillo, frutos, etc.). Del mismo modo también se conocen jinetes, caballos y partes del cuerpo, así como miniaturas de cuchillos afalcatados. Su cronología parte, por lo general, de mediados del siglo III a. C.Estas piezas eran depositadas en honor a divinidades, a cambio de protección, bienestar, salud y prosperidad, encontrándose en santuarios ibéricos del sur y sureste peninsulares, destacando núcleos como el entorno de Despeñaperros en Jaén (Collado de los Jardines, Castellar de Santisteban) o La Luz (Verdolay, Murcia), así como en otros puntos de Andalucía y Levante. Estos centros de culto siempre se localizan sobre elevaciones del terreno o en cuevas, próximos a importantes vías de comunicación y a cursos de agua, a una determinada distancia de los núcleos de población, siendo en ocasiones auténticos centros de culto comunitarios de control territorial.Su origen parece remontarse a fines del siglo V a. C., y a mediados de la siguiente centuria se constata un área sacra a cielo abierto, con ofrendas en las grietas de las rocas y áreas de cremación. Posteriormente se construye un edificio de planta trapezoidal para el culto a Deméter y Perséfone, hallándose animales sacrificados, cuchillos afalcatados y depósitos de cerámicas, testimonios probablemente de silicernia o banquetes rituales. En el tránsito entre los siglos III y II a. C. se construye un nuevo edificio de inspiración greco-itálica, con columnas de ladrillo estucado, sillares, antefijas de palmeta y pavimentos de opus signinum, destruido durante la segunda mitad del II a. C.



martes, 19 de enero de 2016

TESORO DEL CARAMBOLO


El Tesoro de El Carambolo es un conjunto de varias piezas de oro y cerámica de origen fenicio, que fueron encontradas en 1958 en el cerro de El Carambolo en el municipio de Camas, a tres kilómetros de Sevilla. La fabricación del conjunto está datada, según varios expertos, en un lapso entre los siglos VI a V AC para el collar, y en torno a la primera mitad del siglo VII AC para el resto de las piezas. Recientes estudios concluyen que se trata del ajuar propio de animales que eran sacrificados en templos fenicios dedicados al dios Baal y la diosa Astarsé,confirmando las hipótesis inicialmente formuladas en 1979, que divergían de la tradicional atribución de las piezas a la cultura tartésica.
El 30 de septiembre de 1958, uno de los obreros, encontró casi en la superficie un brazalete que luego resultó ser de oro de 24 quilates y de un incalculable valor arqueológico. Al observar que al brazalete le faltaba un adorno, tanto él como el grupo de trabajadores que participaba, siguieron excavando en la búsqueda de la parte restante. Pero la sorpresa fue aún mayor cuando encontraron un recipiente de barro cocido, una especie de lebrillo, conteniendo muchas otras piezas y que por desgracia se partió, y al mezclase los restos con otros restos de cerámica fue imposible reconstruir. Aparentemente eran imitaciones de joyas antiguas, de latón o cobre, por lo que no dieron mayor valor a lo encontrado. Tanto es así, que se las repartieron entre los trabajadores que habían intervenido. Uno de ellos, para demostrar que no podían ser de oro, dobló repetidamente una de las piezas hasta llegar a romperla. Debido a aquella absurda prueba, la marca de una perceptible rotura ha dañado para siempre uno de los elementos que tiene forma de piel de toro. La sensatez y el temor de posteriores responsabilidades, aconsejaron a los obreros a entregar las joyas encontradas. La leyenda comenzaba a dejar de serlo para convertirse en realidad.
El tesoro está formado por 21 piezas de oro de 24 quilates, con un peso total de 2,950 gramos. Joyas profusamente decoradas, con un arte fastuoso, a la vez delicado y bárbaro, con muy notable unidad de estilo y un estado de conservación satisfactorio, salvo algunas violencias ocurridas en el momento del hallazgo"

El profesor Carriazo estableció que estas piezas pertenecían, fijando un amplio margen de error, a un período comprendido entre los siglos VIII y III antes de Cristo, agregando:
" Un tesoro digno de Argantonio", legendario rey de Tartesos .Esta táctica de aprovechar un nombre de la mitología clásica o grecolatina, viene del descubridor de Troya, Henry Schliemann, que al descubrir unas piezas de oro dijo que eran de la princesa Helena de Troya y una máscara funeraria era de Agamenón, sin tener prueba alguna de ello.
Este valiosísimo tesoro que muestra un exquisito trabajo de orfebrería fenicia (sendas reproducciones pueden verse en el Museo Arqueológico de la capital hispalense y en el Ayuntamiento de Sevilla) se encuentra celosamente guardado en la caja fuerte de un banco. Diversas técnicas fueron empleadas en su ejecución: fundido a la cera perdida, laminado, troquelado y soldado. Algunos elementos, debido a las concavidades que presentan, tuvieron que llevar incrustaciones de turquesas, piedras semipresiosas o de origen vítreo.
Una de las joyas más destacadas, que presenta una decoración floral bastante distinta del resto del tesoro, consiste en una cadena doble con cierre decorado, de la que penden siete de los ocho sellos giratorios originales.
Estos sellos, que en su origen podrían haber servido para marcar propiedades, sellar contratos, o acreditar un control administrativo, se clasifican como correspondientes a la época tartésica orientalizante y se cree que podían haber dejado de tener su función original como sellos y haberse convertido posteriormente en mera joya de adorno.
Mientras algunas opiniones coincidían -arqueólogos románticos y tartesiólogos- en que todos estos adornos de oro posiblemente eran portados por una sola persona -tal vez un hombre- en momentos de máxima representatividad u ostentación, la arqueología se decanta por la hipótesis de que se trata de adornos para algún animal que los fenicios sacrificasen a Astarté, dejando luego la joyería en una fosa o bóthros ritual. 




DAMA DE BAZA


La llamada Dama de Baza es una escultura y una urna cineraria, tallada hacia el 400 a.C. Representa a una mujer sentada en un trono alado, probablemente una divinidad de la muerte, captada según un esquema iconográfico de diosa sedente y trono alado, muy repetido en el ámbito griego helenizado. Está vestida con tres finas túnicas; un manto le cubre la cabeza y cae a lo largo del cuerpo. Se adorna con una tiara, pendientes, gargantillas y collares; en los dedos lleva varios anillos. Sus pies calzan zapatillas rojas y descansan sobre un cojín. Este conjunto de elementos suntuarios y simbólicos permiten pensar que la mujer representada es una diosa-madre. El pichón que sostiene en su mano izquierda es símbolo de su divinidad. El detalle que nos revela la función de urna cineraria que tuvo esta escultura es la cavidad situada en el lateral derecho del trono, debajo del asiento, en la que aparecieron los huesos quemados del difunto.La Dama de Baza apareció el 20 de julio de 1971 durante la excavación de la tumba 155 de la necrópolis del Cerro del Santuario (Baza, Granada). La tumba, excavada en el terreno, es de planta casi cuadrada con forma de piel de toro extendida. Mide 2,60 m de lado y 1,80 m de altura. La escultura apareció junto a la pared norte de la fosa presidiendo el conjunto, rodeada de cuatro ánforas, cuatro urnas, tres tapaderas, dos cuencos, armas y otras piezas menores, como un broche de cinturón damasquinado, tres fíbulas, una fusayola y un dado.

                             

jueves, 14 de enero de 2016

EL VASO CAMPANIFORME

El momento de esplendor de la metalurgia del cobre viene representado por la etapa que se denomina del "Vaso Campaniforme". Esta cerámica se localiza en toda la Península Ibérica, pero tiene su máxima concentración en Andalucía y Portugal.
Este hecho hace pensar que posiblemente el foco originario de esta cultura y de esta cerámica se encuentre en el valle del Guadalquivir, siguiendo una tradición de decoración incisa de periodos anteriores.
Cabe destacar cuatro usos para la cerámica campaniforme:
-  Como elemento identificador de la comunidad.
-  Como objeto relevante relacionado con ceremonias sociales (matrimonios, fiestas).
- Como señal de riqueza depositado en las tumbas.
-  Como símbolo de determinado poder.
En cualquiera de los casos debe relacionarse con el proceso de jerarquización social y de acumulación de objetos que diferencian a los individuos de determinados linajes o familias.
La Cerámica Campaniforme compartió la categoría de objeto de lujo, junto a joyas, armas, etc. como elemento de prestigio.
Esta jerarquización provoca nuevos cambios en el ritual funerario, como son los enterramientos individuales, con campaniforme y ricos ajuares, junto a otros enterramientos más modestos.
Se relaciona con pueblos metalúrgicos, pastores y guerreros nómadas que lo extendieron junto a la domesticación del caballo y el ámbar. Se han localizado ejemplares en enterramientos individuales, en necrópolis aisladas y en algunos dólmenes junto a puñales y flechas de bronce.





Vaso Campaniforme  Cerámica realizada a mano  Altura, 12 cm; anchura, 1.43 cm .Écija,Sevilla.
Es el primer vaso conocido dentro de su tipología. Fue hallado en 1888 y se ha asociado a un contexto funerario, aunque las circunstancias concretas del hallazgo son desconocidas. La cerámica campaniforme debe su denominación a la forma acampanada de algunos de sus vasos, siendo lo más característico su profusa decoración puntillada, realzada mediante un relleno de pasta blanca. Es un tipo cerámico que se difunde rápidamente por toda Europa occidental a finales de la Edad